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24 Al que de Acab muera en la ciudad, lo comerán los perros; y al que muera en el campo, lo comerán las aves del cielo”.

25 No hubo realmente nadie como Acab, que se vendiera para hacer lo malo ante los ojos del SEÑOR, pues su mujer Jezabel lo incitaba. 26 Él actuó de manera muy abominable, yendo tras los ídolos, conforme a todo lo que hacían los amorreos, a los cuales el SEÑOR había echado de delante de los hijos de Israel.

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